domingo, 11 de febrero de 2018

Los símbolos de la moda

La elección de nuestra vestimenta y arreglo personal a menudo resulta en un acto cotidiano sin considerar el mensaje enviado a los demás. Alguna vez Honoré de Balzac dijo "el hombre que en la moda solo ve moda, es un tonto".

En la antigüedad, los atavíos y ornamentos respondieron a lo utilitario debido a los rigores del clima, a la necesidad de defensa ante el ataque de enemigos o bestias. Además conocemos el concepto religioso monoteísta del pudor, o bien los adornos como amuletos o talismanes contra poderes mágicos.

Sin embargo, hay evidencia del significado sexual del vestido. Según John C. Flügel ha existido un deseo de reforzar la atracción sexual y de atraer la atención sobre los órganos genitales. Este  cortejo sexual también se da en todos los animales.

Y es un análisis vigente en la actualidad, posiblemente mas fuerte en comparación al pasado. El indumento apoyado en la moda hace un juego dual entre lo visible y lo invisible al ojo.

Al respecto, Nicola Squicciarino en su libro "El vestido habla" señala que "El vestido femenino se hace sexualmente más seductor  y provocativo  que el propio desnudo" al referirse sobre las prendas seductoras femenidas como la minifalda, atuendos ceñidos a la silueta, así como el contoneo del cuerpo y el uso de zapatos de taco alto para acentuar las nalgas.

"Jugando con la transparencia y la alusión, los vestidos femeninos adquieren de esa forma, ese toque de misterio que hace que el cuerpo tenga una importancia mayor y que actúa de forma más eficaz sobre el deseo y la curiosidad del hombre", indica Squicciarino.

Roland Barthes concuerda con éste concepto al decir que la mujer seduce dejando entrever lo oculto.

La misma Coco Chanel conocía ese juego de seducción cuando redirigió la mirada del hombre hacia las pantorrillas femeninas con su revolucionario vestido tubo de los años 20. Exitosamente lo haría de nuevo en la siguiente década moviendo la mirada masculina hacia las delicadas espaldas de las féminas con las prendas de gala noctura.

Incluso Christian Dior, con el cargado simbolismo sexual del "new look" supo hacerlo sin caer en lo burdo.

Foto google. La controversial minifalda (o minivestido) viene causando furor desde hace más de medio siglo.

No obstante, de ese encanto elegante pasamos al descarado erotismo vulgar predominante de las últimas décadas. La minifalda, es tan aceptada como odiada con interpretaciones antagónicas.
Para algunas, es una prenda de liberación femenina, la cual simboliza el control y dominio de la mujer sobre su cuerpo. Para otros, la minifalda facilita al hombre el acceso sexual a la mujer. No debemos confundir la coquetería con el uso de atavíos de incitación sexual.

Por ello, debemos cuidar lo que vestimos, cómo y el contexto en el cual lo hacemos para no enviar mensajes equivocados. El vestido y la imagen personal interactúan en códigos visuales y a su vez se complementa con el lenguaje corporal y el entorno geográfico.



Foto Google. Algunas presentadoras de televisión en Guatemala hacen todo lo posible por destacar sus atributos físicos y acaparan a la audiencia masculina.

Pierre Bourdieu en su libro La Distinción explica que "El sistema de signos que cada cuerpo lleva consigo; el vestido, la pronunciación, el porte, la forma de andar constituyen el fundamento de las antipatías o simpatías".

Por su parte, Miguel A. Saldaña en El lenguaje de la imagen personal refiere que "Dentro de la marcada polarización e individualismo que ofrece el mundo actual, la mayoría de nosotros es sensible a la aprobación externa".

La minifalda, las prendas muy talladas, las muy escotadas, adicionado a los accesorios y maquillaje inadecuado se encuentran en un terreno minado.  Por lo tanto generan malestar en círculos de trabajo, religiosos, académicos, diplomáticos, etc.

Hay quienes se apoyan en la libertad individual de vestir lo que quiera, pero no podemos olvidar que la libertad tiene límites. Sería absurdo pensar en una libertad de expresión por cualquier medio sin importar si ofendemos, calumniamos, etc., incluso si con ello dañanamos la propia integridad.

Se cae en la irrespopnsabilidad de elegir la ropa a gusto sin importar si es apropiada en ciertos lugares u ocasiones, o bien, no a todos les sienta bien una prenda en específico. Toda acción provoca una reacción y con la presentación personal se pueden recibir o generar actitudes negativas como rechazos, ofensas, burlas, etc.



foto: Gobierno Guatemala. (de izq. a der. primera dama, Patricia de Morales, esposa del vicepresidente, Elizabeth Cortés, ex primera dama, Rosa María Leal y Ministra de Relaciones Exteriores, Sandra Jovel) El gobierno de Guatemala ha descuidado la asesoría de imagen para las mujeres en actividades de gobierno.

Depende del nivel de buen o mal gusto, es decir precisamos de un criterio racional y no emocional. La moda no impone, solo propone. El prestigio personal depende únicamente de nuestras elecciones.

Saldaña dice que "Conseguir y sostener una imagen personal que sirva positivamente a nuestra vida, implica "saber mirarnos", reconocer y destacar nuestras fortalezas y "saber elegir" los recursos que permiten minimizar los rasgos que son desfavorables  de nuestra apariencia...como deseamos ser mirados y como en realidad somo observados".

Lo que reflejamos con nuestra imagen es la presentación que damos a los demás y con ello ofrecemos información de nuestra personalidad.

Dice Squicciarino que "El vestido siempre significa algo, transmite importantes informaciones en relación con la edad, con el sexo, con el grupo étino al que el individuo pertenece, con su grado de religiosidad, de independencia con su originalidad o excentricidad, así como su concepción de la sexualidad y del cuerpo. El vestido puede emplearse para señalar la actitud hacia los demás, en particular el nivel de disponibilidad sexual, la agresividad, la rebeldía, la sumisión, la formalidad en el comportamiento; también se utiliza para distinguir el estatus social y económico y para compensar los sentimientos de inferioridad social".


Foto Google. Distintas concepciones del uso del traje sastre.

A modo de ejemplo, el traje sastre es casi el uniforme de trabajo universal para oficina y otras actividades. Pero no todos, tanto hombres como mujeres, saben usar dicha prenda con elegancia. Tampoco un traje va a garantizar transformar a una persona en profesional, honrada, etc. En el contexto laboral, muchas veces el traje adquiere solo una categoría de herramienta de trabajo.

A veces se incurre en el error de lo obsceno, desaliñado,  transgresor o lo ridículo, es decir, la moda a veces no ofrece opciones favorables. La clave es evitar perder la dignidad y la salud tanto física como mental.

Pero también es cierto que en las sociedades occidentales, por lo general, ya no se limitan las libertades para vestir. ¿Más tolerancia o narcisismo?, en gustos se ropen géneros, dice un dicho común.

*este artículo es a petición de uno de nuestros lectores.