martes, 19 de agosto de 2014

Víctimas de la moda II, "Tragedia humana"

En la mañana del 24 de abril del 2013 trabajadores de varias fábricas de ropa se presentaban como de costumbre al edificio Rana Plaza, en Savar Daca, Bangladesh, que es propiedad de Sohel Rana, miembro del partido gobernante Liga Awami. Se supone, sería un día más de labores, pero la construcción se derrumbó.

Pasaban los días y así aumentaba la cifra de muertos. Los sobrevivientes declararon a los medios de comunicación haber alertado a sus jefes de varias grietas en el edificio días antes, pero fueron ignorados.

Cerca de un mil 132 vidas se perdieron y dos mil 800 quedaron heridas. En éstos talleres se estaban empleando a unas cinco mil personas, pero no se pudo precisar cuántas personas estaban desaparecidas. No fue posible detallar el número de trabajadores que estaban en el momento de la tragedia. El diario londinense BBC calificó el suceso como el peor derrumbe después de las torres gemelas.



La atención mundial se concentró allá. Sólo se mencionaba que en ese lugar se alojaban fábricas de ropa para marcas extranjeras, pero sin dar más datos. Aunque, no es secreto que ese país cuenta con una de las industrias de confección más grandes del mundo (la segunda después de China) y los productos son dirigidos especialmente a occidente. Días después se hizo público que se trataba de subcontratas para el Grupo Benetton, The Children's Place, DressBarn, Mango, Monsoon, Primark, grupo Inditex y  El Corte Inglés, entre otras.  Cerca de 27 compañías resultaron tener una vinculación con alguna de las empresas que operaban en esa locación.

Los trabajos de rescate continuaban, mientras los familiares de las víctimas lloraban, otros mostraban fotografías de sus parientes con una ínfima esperanza de recuperarlos y muchos se agruparon para manifestar pidiendo justicia. 

El 8 de mayo de ese año se anunciaba el cierre de 18 fábricas textiles por "razones de seguridad", luego que pocos días atrás se reportó un incendio en otra fábrica de ropa en Daca, donde fallecieron ocho personas.
Esta no era la primera tragedia. En noviembre de 2012 cerca de 111 trabajadores murieron a causa de un incendio en una fábrica de ropa, también en Bangladesh.

Varias organizaciones como InsdustriAll Global Union, UNI Global Union, Campaña Ropa Limpia y el Consorcio de Derechos de los Trabajadores, presionaron para que las multinacionales mejoraran las condiciones de los trabajadores y acuerdos de prevención.

Algunas empresas firmaron el acuerdo de prevención, otras como Uniglo y Theory, GAP y Wal-Mart no lo hicieron justificando que asumirían de forma unilateral cualquier prevención de accidentes.

A pocas semanas de cumplirse un año, El Corte Inglés, Grupo Inditex (Zara, Stradivarius, Massimo Dutti, etc.) y Mango aceptaron con reticencia compensar a las víctimas pero no revelaron el monto. Alcampo y Benetton no mostraban interés por la indemnización, narraba el digital español El Diario en su edición del 15 de marzo de éste año, además de revelar que el salario mensual de esas personas oscila entre los 30 y 50 euros. 

En esa nota quedó consignado que Primark se comprometía a pagar nueve millones de dólares para indemnizar a sus víctimas y tres millones de dólares al fondo de compensación común.

Este fondo debería llegar a 40 millones de dólares con el aporte conjunto de las multinacionales pero al cumplirse el año del derrumbe, sólo sumaba 15 millones de dólares, informaba la agencia EFE.

La moda de las catástrofes

El caso Rana Plaza es, hasta la fecha, el episodio que más ha impactado en los tiempos recientes. ¿Acaso ésto ayudará a mejorar el ambiente laboral de los obreros de la moda?. 

Pero, la industria de la moda ha registrado acontecimientos repetitivos a lo largo de su historia. La causa sigue siendo la misma: lograr muchas ganancias abaratando los costes de producción, evitando salarios justos y descuidando la seguridad de las instalaciones de trabajo y la calidad de los productos.

El que marcó un hito en la historia es el de Triangle Shirwaist una fábrica textil en Nueva York que se incendió  el 25 de marzo de 1911. El saldo fue de 146 muertes, la mayoría mujeres (muchas eran inmigrantes) y 71 heridos.

Las trabajadoras no pudieron salir del edificio debido a que los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de las escaleras y salidas, una medida para evitar y reprimir los movimientos obreros.

La Organización Internacional del Trabajo, OIT, en un artículo en conmemoración del centenar de ese drama narra el suceso así:

"Atrapadas detrás de puertas cerradas con llave y fuera del alcance de las escaleras de los bomberos, las jóvenes mujeres murieron quemadas o, en su desesperado intento por escapar del calor y las llamas, al saltar de las ventanas del noveno piso de la fábrica. La única escalera de emergencia se desplomó bajo el peso de las mujeres que, aterrorizadas, trataban de huir.

Apenas un año antes se había organizado una huelga sin éxito en todo el sector textil –incluyendo la fábrica Triangle– en un intento por obtener el reconocimiento de los sindicatos y mejores salarios y condiciones de trabajo. Los propietarios de Triangle se rehusaron a concederlos."


(foto: kcaflcio.org)

Esto obligó al gobierno estadounidense a hacer importantes cambios legislativos en las normas de seguridad y salud laborales e industriales. Así mismo, fue decretado el 8 de marzo como el día internacional de la mujer. 
¿Realmente éstas normas se cumplen?, ¿Cuánto han mejorado las condiciones de las obreras de la moda si se siguen presentando accidentes masivos en las fábricas?.

De acuerdo con la revista Mundo Textil de Argentina el sueldo mínimo fue elevado de 38 US dólares a 69 US dólares, en Bangladesh después de los sucedido en Rana Plaza. Aunque la nueva paga sigue siendo insuficiente pues los precios de  alquileres alrededor de las fábricas aumentaron. La Fundación Friedrich Ebert de Alemania estimó que una costurera necesita alrededor de 200 euros (275 dólares) para tener un pasar digno.

Otro cambio, según la publicación argentina, es que más de 150 empresas, la mayoría de ellas europeas, firmaron un acuerdo vinculante relacionado con seguridad en edificios y contra incendios. Actualmente, inspectores independientes están supervisando alrededor de 1.600 fábricas en el país asiático.