En la mañana del 24 de abril del 2013 trabajadores de varias fábricas de ropa se presentaban como de costumbre al edificio Rana Plaza, en Savar Daca, Bangladesh, que es propiedad de Sohel Rana, miembro del partido gobernante Liga Awami. Se supone, sería un día más de labores, pero la construcción se derrumbó. Pasaban los días y así aumentaba la cifra de muertos. Los sobrevivientes declararon a los medios de comunicación haber alertado a sus jefes de varias grietas en el edificio días antes, pero fueron ignorados. Cerca de un mil 132 vidas se perdieron y dos mil 800 quedaron heridas. En éstos talleres se estaban empleando a unas cinco mil personas, pero no se pudo precisar cuántas personas estaban desaparecidas. No fue posible detallar el número de trabajadores que estaban en el momento de la tragedia. El diario londinense BBC calificó el suceso como el peor derrumbe después de las torres gemelas.
La atención mundial se concentró allá. Sólo se mencionaba que en ese lugar se alojaban fábricas de ropa para marcas extranjeras, pero sin dar más datos. Aunque, no es secreto que ese país cuenta con una de las industrias de confección más grandes del mundo (la segunda después de China) y los productos son dirigidos especialmente a occidente. Días después se hizo público que se trataba de subcontratas para el Grupo Benetton, The Children's Place, DressBarn, Mango, Monsoon, Primark, grupo Inditex y El Corte Inglés, entre otras. Cerca de 27 compañías resultaron tener una vinculación con alguna de las empresas que operaban en esa locación. Los trabajos de rescate continuaban, mientras los familiares de las víctimas lloraban, otros mostraban fotografías de sus parientes con una ínfima esperanza de recuperarlos y muchos se agruparon para manifestar pidiendo justicia. El 8 de mayo de ese año se anunciaba el cierre de 18 fábricas textiles por "razones de seguridad", luego que pocos días atrás se reportó un incendio en otra fábrica de ropa en Daca, donde fallecieron ocho personas. Esta no era la primera tragedia. En noviembre de 2012 cerca de 111 trabajadores murieron a causa de un incendio en una fábrica de ropa, también en Bangladesh. Varias organizaciones como InsdustriAll Global Union, UNI Global Union, Campaña Ropa Limpia y el Consorcio de Derechos de los Trabajadores, presionaron para que las multinacionales mejoraran las condiciones de los trabajadores y acuerdos de prevención. Algunas empresas firmaron el acuerdo de prevención, otras como Uniglo y Theory, GAP y Wal-Mart no lo hicieron justificando que asumirían de forma unilateral cualquier prevención de accidentes. A pocas semanas de cumplirse un año, El Corte Inglés, Grupo Inditex (Zara, Stradivarius, Massimo Dutti, etc.) y Mango aceptaron con reticencia compensar a las víctimas pero no revelaron el monto. Alcampo y Benetton no mostraban interés por la indemnización, narraba el digital español El Diario en su edición del 15 de marzo de éste año, además de revelar que el salario mensual de esas personas oscila entre los 30 y 50 euros. En esa nota quedó consignado que Primark se comprometía a pagar nueve millones de dólares para indemnizar a sus víctimas y tres millones de dólares al fondo de compensación común. Este fondo debería llegar a 40 millones de dólares con el aporte conjunto de las multinacionales pero al cumplirse el año del derrumbe, sólo sumaba 15 millones de dólares, informaba la agencia EFE. La moda de las catástrofes El caso Rana Plaza es, hasta la fecha, el episodio que más ha impactado en los tiempos recientes. ¿Acaso ésto ayudará a mejorar el ambiente laboral de los obreros de la moda?. Pero, la industria de la moda ha registrado acontecimientos repetitivos a lo largo de su historia. La causa sigue siendo la misma: lograr muchas ganancias abaratando los costes de producción, evitando salarios justos y descuidando la seguridad de las instalaciones de trabajo y la calidad de los productos. El que marcó un hito en la historia es el de Triangle Shirwaist una fábrica textil en Nueva York que se incendió el 25 de marzo de 1911. El saldo fue de 146 muertes, la mayoría mujeres (muchas eran inmigrantes) y 71 heridos. Las trabajadoras no pudieron salir del edificio debido a que los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de las escaleras y salidas, una medida para evitar y reprimir los movimientos obreros. La Organización Internacional del Trabajo, OIT, en un artículo en conmemoración del centenar de ese drama narra el suceso así: "Atrapadas detrás de puertas cerradas con llave y fuera del alcance de las escaleras de los bomberos, las jóvenes mujeres murieron quemadas o, en su desesperado intento por escapar del calor y las llamas, al saltar de las ventanas del noveno piso de la fábrica. La única escalera de emergencia se desplomó bajo el peso de las mujeres que, aterrorizadas, trataban de huir. Apenas un año antes se había organizado una huelga sin éxito en todo el sector textil –incluyendo la fábrica Triangle– en un intento por obtener el reconocimiento de los sindicatos y mejores salarios y condiciones de trabajo. Los propietarios de Triangle se rehusaron a concederlos."
Esto obligó al gobierno estadounidense a hacer importantes cambios legislativos en las normas de seguridad y salud laborales e industriales. Así mismo, fue decretado el 8 de marzo como el día internacional de la mujer. ¿Realmente éstas normas se cumplen?, ¿Cuánto han mejorado las condiciones de las obreras de la moda si se siguen presentando accidentes masivos en las fábricas?. De acuerdo con la revista Mundo Textil de Argentina el sueldo mínimo fue elevado de 38 US dólares a 69 US dólares, en Bangladesh después de los sucedido en Rana Plaza. Aunque la nueva paga sigue siendo insuficiente pues los precios de alquileres alrededor de las fábricas aumentaron. La Fundación Friedrich Ebert de Alemania estimó que una costurera necesita alrededor de 200 euros (275 dólares) para tener un pasar digno. Otro cambio, según la publicación argentina, es que más de 150 empresas, la mayoría de ellas europeas, firmaron un acuerdo vinculante relacionado con seguridad en edificios y contra incendios. Actualmente, inspectores independientes están supervisando alrededor de 1.600 fábricas en el país asiático.
La especie humana se enorgullece en calificarse a sí misma de "civilizada" y lo sería, si cierto grupo de humanos mostrara una actitud decente hacia los animales. En la industria de la moda se necesita del pelo y la piel de los animales para la producción de textiles. Sin embargo, los procesos son altamente cuestionables cuando esto va acompañado de violencia humana. Esquila: un suplicio sistemático Recientemente la organización People for the Ethical Treatment of Animals, PETA, ha denunciado mediante dos vídeos la brutalidad con que son tratadas las ovejas durante el proceso de la esquila en Estados Unidos y Australia, donde se produce el 90% de lana merino del mundo. Los animales son golpeados con patadas y puños hasta sangrarlos y aventándolos hacia una pared al punto de dejarlos morir del dolor, o bien desnucándolos. PETA investigó en 19 diferentes establos de esquilado en Australia y documentaron a 70 trabajadores maltratando a las ovejas. Según refiere la entidad estos empleados esquilan un promedio de 4 millones de ovejas al año. En Estados Unidos fueron detectados 14 ranchos con el mismo problema. Allá se esquila un aproximado de 3.7 millones de ovejas. De acuerdo con la entidad en mención, a los esquiladores se les paga por volumen, no por hora, eso les hace trabajar rápido y violento. Los investigadores de PETA señalaron no ver ningún veterinario para auxiliar a los animales, ni antes, durante o después de la esquila. Además, resalta que a estos animales no se les dan analgésicos al momento de introducirles las agujas para coserles las heridas habiertas a causa del maltrato. "A las ovejas heridas y no rentables se les disparó a la vista de las demás ovejas e incluso de les masacró", describe la investigación. Las ovejas corren el riesgo de padecer miasis, una infección en la piel causada por las larvas de una mosca que deposita sus huevos en las arrugas de la piel sudorosa de las ovejas. Con el fin de reducir gastos, en vez de darles un medicamento apropiado, éstos animales son sometidos a un proceso llamado "mulesing", un corte realizado, sin anestesia, en la zona que rodea al ano, para que las moscas depositen allí sus larvas y no se perjudique el resto de la lana. Así lo describe la entidad Anima Naturalis denunciando la poca importancia que le dan los exportadores de lana ante esas prácticas. Las ovejas, generalmente son esquiladas cada año y reciben el mismo tratamiento. No obstante, existen métodos mas amigables como el esquilado tradicional y ecológico, el cual se realiza con una tijera especial, a una velocidad moderada, sin golpes y se les deja una cantidad de pelo para que puedan soportar el frío. Además de darles una vida digna y alimento apropiado. Obviamente esto es más oneroso.
Aquí los videos. Se advierte que el contenido es impactante y puede afectar a personas sensibles.
Otros animales proveedores de lana también explotados El cachemir está hecho del pelo de cabras de Cachemira. Las que tienen el pelo “defectuoso” son matadas antes de los dos años de edad. La industria espera que los granjeros maten entre 50 y 80% de las cabras que no cumplen con los estándares requeridos, detalla Anima Narutalis. A los conejos de angora se les ata a una tabla mientras se les corta el pelo y se van algunos trozos de piel. Sus patas son delicadas y al tenerlas forzadas con alambre les causa úlceras y llagas. Los machos tienen 75 u 80 por ciento menos pelo que las hembras, y por eso muchos de los granjeros los matan al nacer. La alpaca tampoco se libra de los maltatos, pero el caso del antílope tibetano o chiru es peor, según la orgnanización antes citada. Al parecer es una especie en peligro de extinción y su pelo se usa para hacer chales. El chiru no puede domesticarse y ha de matarse para obtener su lana. Desde 1975 es ilegal poseerlo o venderlo y por ello su venta en el mercado negro puede alcanzar los 15.000 euros. En todo el mundo se explotan más de mil millones de animales para obtener su lana. Alrededor del 40% se obtiene de ovejas merinas y un 43% de variedades cruzadas. El 17% restante procede en su mayoría de variedades especiales de oveja y otros animales tales como el camello, la alpaca, las cabras de Angora, Cachemira y Mohair, la llama, la vicuña, el yak y el guanaco, refieren las organizaciones nombradas. La Peletería: la otra cara De acuerdo con PETA los animales en las granjas peleteras son confinados en estrechas y sucias jaulas de alambre. Los granjeros utilizan los métodos de matanza más baratos como asfixia, electrocución, gaseado y envenenamiento. Refiere que la mayoría del cuero proviene de India y China, donde a los animales se les cortan los cuellos y se les arranca la piel mientras están vivos. En India, según una investigación de PETA se descubrió que a las vacas se les rompían las colas y se les frotaban los ojos con chiles y tabaco para que caminaran después de colapsar, mientras viajaban largas distancias hacia el matadero. Las serpientes y los lagartos también son despellejados vivos, ésto debido a la creencia que arrancar la piel al animal vivo hace que ésta sea más dúctil, indica PETA. Asimismo, denuncia que "las cabras bebé son hervidas vivas para hacer guantes, y las pieles de los terneros y corderos que no nacieron (algunos abortados a propósito, otros sacados de vacas y ovejas preñadas que fueron matadas) son consideradas particularmente “lujosas”." Cada año 20 millones de animales son capturados con trampas y 40 millones son criados en granjas para un lujo innecesario, según las asociaciones que luchan por los derechos de los animales. Por su parte, las empresas peleteras abogan por la utilidad de estas prendas por la necesidad de resguardarse del frío. No obstante, es necesario considerar métodos más prudentes para satisfacer las necesidades de los humanos y que la balanza no quede en desventaja para la fauna mundial.
En esta fotografía de Ica Animalista se puede apreciar la cantidad de animales apilados, sin considerar la contaminación ambiental y el foco de bacterias que genera, aparte del acto cuestionable sobre el proceso del despellejado.